Qué les hace el aborto a los trabajadores de los abortorios
El aborto daña tanto a quienes lo practican como a quienes lo sufren.
Cuando pensamos en los efectos del aborto, inmediatamente señalamos los efectos físicos o psicológicos que afectan a la madre. Rara vez pensamos en los médicos, las enfermeras y demás personal involucrado en un aborto.
Muchos abortos se realizan de manera rápida y lo más desapercibida posible. Sin embargo, los médicos y el personal que realizan abortos deben lidiar con la eliminación de los restos, las mujeres angustiadas, su propia conciencia, las controversias de un asunto tan difícil. Y esto también causa mucho daño.
Cuando le preguntaron a Bernard Nathanson (representado en la imagen superior), “¿Cómo pudo su conciencia y su formación ética permitirle realizar abortos?”, respondió que ni él ni sus colegas “tenían la fuerza espiritual interior necesaria para darse cuenta de la enormidad del mal que estában cometiendo”.
Nos convertimos en lo que hacemos. Hacer el mal daña tanto a uno mismo como a los demás. El aborto puede causar más daño a quienes lo practican que a quienes sufren sus consecuencias. Se puede dañar a otra persona incluso si esa persona no es consciente de ello.
Un abortista que realiza abortos únicamente por dinero no solo se manipula a sí mismo al usar sus habilidades médicas para un fin equivocado, sino que también usa a sus pacientes al tratarlos no como fines en sí mismos, sino como medios para ganar dinero.
Los pacientes también pueden manipular al médico utilizándole para resolver problemas personales. Así, la utilización mutua de las personas involucradas es completa.
El abortista deja de ser un médico para convertirse en un técnico (o en un sicario, según palabras del Papa Francisco); la mujer deja de ser una paciente para convertirse en una cliente, y el servicio de salud deja de ser un servicio sanitario para curar y se convierte en un centro de ingeniería social.
Tanto la medicina como la maternidad son vocaciones. Según la vocación se siga o se falsee, tendrá efectos profundos en la identidad de una persona. Por lo tanto, el aborto afecta negativamente el carácter moral a través del falseamiento.
Existe una paradoja en la sociedad: millones de mujeres están desesperadas por tener hijos (por ejemplo, mediante la fecundación invitro) y otras tantas están desesperadas por evitarlo (por ejemplo, mediante anticonceptivos o mediante el aborto). Es razonable preguntarse si un conflicto similar ocurre en la industria del aborto en quienes lo practican.
Los defensores del aborto se autojustifican adoptando argumentos a favor del aborto como defensa. Luego, suprimen su conciencia cuando llegan a creer en su propia retórica. Su pensamiento se corrompe mediante la acción, ya que un pensamiento frágil se hace añicos en pequeñas dudas.
Carol Everett, exdirectora de un centro de abortos, dijo una vez: “Empecé a creer en mi retórica”. David Brewer, exabortista, afirmó: “Los médicos son manipulados para ir contra su conciencia y realizar abortos, todo en el nombre de la ayuda a las mujeres”. El Dr. Bernard Nathanson dijo: “Cuando uno está atrapado en el fervor revolucionario, simplemente no quiere escuchar al otro lado y filtra la información sin darse cuenta”.
Kathy Sparks, ex trabajadora de un centro de abortos, confesó: “A veces mentíamos. Una chica podía preguntar cómo era su bebé en cierto punto del embarazo. O si ya era un bebé. Incluso a las doce semanas, un bebé está formado, tiene huellas dactilares, gira la cabeza, mueve los dedos de los pies y siente dolor. Pero decíamos: ‘Todavía no es un bebé. Es sólo un tejido, como un coágulo’”.
Un estudio sobre médicos exabortistas (Ney y Peeters, 1997) mostró que alrededor del 40% tenía problemas con las drogas. Bernard Nathanson reconoció que la drogadicción, la perversión sexual y la alienación eran habituales entre los abortistas. En 2003, un abortista estadounidense fue condenado por 22 cargos de abuso sexual a pacientes.
Los efectos negativos en los abortistas a menudo aparecen al salir de la industria del aborto. Beverly McMillan, exabortista, dijo: “Comencé a detestar lo que hacía. Es más, comencé a detestarme a mí misma. Incluso pensé en el suicidio”.
Joan Appleton, exabortista, pasó varios años bebiendo, consumiendo drogas e intentando suicidarse. Estas reacciones no son atípicas entre quienes han dejado el campo del aborto. Dijo: “Tus relaciones se deterioran. Comienzas a enfermarte mentalmente”.
El Dr. Bernard Nathanson fue pionero del aborto en EEUU y líder de la campaña por el «derecho» al aborto en 1973. Realizó 5.000 abortos (incluidos los de sus propios hijos) y fue responsable de otros 60.000 abortos. Tuvo problemas con las drogas, en sus relaciones personales y sufrió depresiones.
Lentamente se volvió pro-vida después de ver un aborto en una ecografía. Admitió haber mentido sobre el número de muertes causadas por el aborto, antes de la sentencia Roe en EEUU. Tras su conversión, escribió varios libros y produjo documentales provida.
Durante la década en que Nathanson experimentó su conversión, dijo que había realizado miles de abortos a niños inocentes y que les había fallado a sus seres queridos. Habló de “tormento existencial, de desesperación oscura e incesante… de suicidio, alcohol y tranquilizantes”.
Nathanson dijo que “se había convertido, como Hannah Arendt dijo de Eichmann: en una máquina que ejecuta funciones en lugar de un ser humano responsable”.
Una encuesta a exabortistas (Ney y Peeters, 1997) indicó que el 100% se sentía moderada o completamente deshumanizado. Norma McCorvey, la ‘Roe’ del famoso caso Roe contra Wade, declaró: “Por favor, tienen que entenderlo; no eran mujeres anormales o insensibles las que trabajaban conmigo en la clínica. Simplemente estábamos metidas en un negocio sangriento y deshumanizado, cada una por una razón diferente…”.
Carol Everett tuvo 3 abortos, una aventura, problemas con la bebida y dejó a su marido. Trabajó como abortista, abrió su propios centros de aborto y se benefició de prácticas comerciales poco éticas. Fue convertida por un predicador cristiano y expuso las mentiras de la industria del aborto. Dijo: “Las clínicas de aborto nunca aceptan ninguna responsabilidad cuando hay complicaciones. Se limitan a decir que no fue culpa suya. No les preocupa la paciente sino proteger al médico y mantener su reputación y la de la clínica”. El documental “Blood Money” describe el engaño y la mala praxis en la industria del aborto en EE.UU. Incluye testimonios de exabortistas.
Abby Johnson fue directora de un centro de Planned Parenthood. Fue presionada para aumentar el número de abortos para mejorar los resultados del negocio. Asistió a abortos guiados por ecografía. Dejó la industria del aborto y se unió al movimiento pro-vida. También desveló sus propios abortos.
El Dr. Kermit Gosnell, un abortista de Filadelfia, fue acusado de dirigir el negocio de abortos más sangriento y sórdido que se haya conocido jamás. Su historial incluía numerosos infanticidios, muertes y lesiones a mujeres, almacenar cuerpos de bebés en refrigeradores y conservar una colección de pies de bebés cortados en frascos.
Live Action ha realizado varios documentales de cámara oculta dirigidos por Lila Rose en centros de abortos. Han revelado complicidad en el tráfico sexual de menores y una serie de violaciones legales por parte de los centros de abortos.
La Dra. Rachel McNair ha investigado a abortistas y concluyó: “Hay muchas historias de terror de los días previos a Roe… si esas historias no han parado, entonces tal vez no se trate de la legalidad o no legalidad del aborto sino de la naturaleza misma del aborto, y punto”.
Sin embargo, el asesinato en serie de inocentes no produce la corrupción absoluta e irrevocable de la naturaleza humana. El movimiento pro-vida tiende la mano a los abortistas actuales y antiguos, no por ganancia estratégica, sino por una preocupación genuina y esperanzada por su bienestar personal y moral. Abby Johnson ahora dirige un ministerio llamado “And Then There Were None” (Y entonces no hubo nadie más).
Human Life International tiene estampas de oración por los abortistas, invocando a San Miguel Arcángel para que “venga al rescate de los hombres que Dios ha redimido al gran precio de la tiranía del diablo”.